Conclusión

              

La inteligencia emocional se basa en la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos para que sirvan de guía al pensamiento y a la acción.

Esta capacidad nos permite reconocer nuestros recursos e intuiciones, el saber manejar los propios estados de animo, facilitar el cumplimiento de metas establecidas, tener conciencia de los sentimientos y necesidades de los otros e incluir respuestas deseadas en los otros.