INTRODUCCIÓN

   

Cada uno de nosotros tenemos una imagen mental de nosotros mismos, la propia imagen. Para que la vida sea razonablemente satisfactoria, esta propia imagen ha de ser tal que podamos convivir con ella, que nos pueda gustar. Cuando nos sentimos orgullosos de nuestra propia imagen, nos sentimos confiados y libres para ser nosotros mismos. Funcionamos de una manera óptima. Cuando nos avergonzamos de nuestra propia imagen, tratamos de ocultarla en lugar de expresarla. Nos volvemos hostiles y difíciles para la convivencia.

Es un milagro lo que le sucede a una persona a la que le ha subido su autoestima. De repente le gustan más los demás. Es más amable y cooperador con los que le rodean. La alabanza es el pulimento que ayuda a mantener su propia imagen brillante y resplandeciente.

Es por esto, que resulta sumamente importante trabajar reforzando la autoestima, para mejorar no solamente nuestro propio autoconcepto y nuestras capacidades, sino también para fortalecer nuestras relaciones interpersonales, dentro de cualquier escenario donde nos desenvolvamos.