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Según Kilpatrick (1918) “proyecto”
lo relaciona con otros términos, como “acto propositivo”
que ocurre en un entorno social determinado, pues presupone una
libertad de acción por parte del alumno, y por consiguiente
establece como rasgo crucial el componente motivacional, consideraba
que por medio de un proyecto o actividad propositiva que entusiasma
e involucra a la persona que aprende, es posible articular una enseñanza
acorde a las leyes del aprendizaje, las cualidades éticas
de la conducta, las actitudes individuales del alumno y la situación
social en que vive.
Así visto, el proyecto se refiere a “cualquier tipo
o variedad de experiencia de vida que se hace por un propósito
dominante” (Kilpatrick, 1921). Para este autor, a diferencia
de otros que hablan de la enseñanza mediante proyectos pero
los restringen al valor del aprendizaje disciplinario que propician,
el tipo de proyectos o actos proposititos que vale la pena considerar
en la enseñanza deben ser proyectos apropiados o valiosos
con trascendencia no sólo en la adquisición de saberes
específicos, sino para la vida en una sociedad democrática.
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