Libertad Limitada

   

El hombre no es un ser absoluto porque ninguna de sus facultades lo es. La limitación es triple: física, psicológica y moral. Necesita nutrirse y respirar para conservar la vida; no es capaz de conocer y querer todo; y respecto a la moralidad de sus actos, sabe con seguridad que hay acciones que puede pero no debe realizar. Estos tres aspectos limitan el campo de la libertad humana y orientan sus elecciones. Pero ello no debe considerarse como algo negativo: parece lógico que a un ser limitado le corresponda una libertad limitada, que el límite de su querer sea el límite de su ser. De otra forma, si la libertad humana fuera absoluta, habría que comenzar a temerla como prerrogativa de los demás.

La libertad tampoco es absoluta porque tiene un carácter instrumental: está al servicio del perfeccionamiento humano. Los colores y el pincel están en función del cuadro; la libertad está en función del proyecto vital que cada hombre desea, y es el medio para alcanzarlo. Por eso la libertad no es el valor supremo: nos interesa porque hay algo más allá de ella que la supera y marca su sentido. Ser libre no es exactamente ser independiente. Al menos, si por independencia entendemos no respetar los límites señalados anteriormente.