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La Práctica de Vivir con Propósito
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Vivir con propósito es utilizar nuestras
facultades para la consecución de las metas que hemos elegido:
la meta de estudiar, de crear una familia, de organizar nuestros
archivos,
de ganarnos la vida, de empezar un negocio nuevo, de hacer ejercicio,
de dedicarles más tiempo a nuestros hijos, pareja, amigos,
padres. Son nuestras metas las que nos impulsan, las que nos exigen
aplicar nuestras facultades, las que vigorizan nuestra vida.
Vivir con propósito es vivir productivamente, es una exigencia
de nuestra capacidad para afrontar la vida. La productividad es
el acto de conservación de la vida plasmando nuestras ideas
en la realidad, fijando nuestras metas y actuando para conseguirlas,
el acto de dar la vida a los conocimientos, bienes y servicios.
Como forma de actuar en el mundo, la práctica de vivir
con propósito supone las siguientes cuestiones básicas:
Asumir
la responsabilidad de plantearnos metas y propósitos
de manera conciente.
Interesarse
por identificar las acciones necesarias para conseguir nuestras
metas.
Controlar
la conducta para verificar que concuerda con nuestras metas.
Prestar
atención al resultado de nuestros actos, para
averiguar si conducen a donde queremos llegar.
Vivir sin propósito es vivir a merced del azar, del acontecimiento
fortuito, de la llamada telefónica fortuita, del encuentro
casual, porque no tenemos una norma mediante la cual juzgar
lo que vale la pena y no vale la pena hacer. Las fuerzas exteriores
nos impulsan, como un corcho que flota en el agua, sin una iniciativa
nuestra que fije un curso específico. Nuestra orientación
hacia la vida es reactiva en vez de proactiva. Vamos a la deriva.
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