Instrucciones: Con base en la historia clínica
que se presenta a continuación, identificar cuáles
fueron las causas, factores de riesgo y signos que corresponden
al caso y completar las columnas que se te presentan al finalizar
el caso.
Un Caso de Bulimia
Para mi la bulimia era una lucha contra mi
cuerpo, no lo aceptaba, lo odiaba, odiaba los espejos, evitaba
pasar por una vitrina que reflejara mi imagen, odiaba las básculas
y era tan fantasiosa que hacía un teatro de lo que sería
mi vida cuando yo fuera esbelta y bella, sería amada, deseada,
aceptada, todo mi mundo se volvería rosa, si tan solo pudiera
sentirme orgullosa de mi cuerpo. La comida pasó de ser
mi amiga que me acompañaba a todas partes a ser una enemiga,
acérrima. Pensaba que comer sin engordar era un privilegio
reservado a unos pocos, entre los que yo no me hallaba. Envidiaba
a mis amigos, a los que podían comer todo lo que quisieran
sin subir nunca de peso cuando yo con el olor de la comida o con
rebanadas de aire ya había aumentado esos horrorosos kilos
que me hundían en el desprecio hacia mi misma, envidiaba
a mis amigas “flacas” que estaban llenas de admiradores,
y que lucían con desenfado el último grito de la
moda.
Los días
transcurrían entre dietas, fantasías, culpándome
por lo gorda que estaba, culpando a mis padres porque me habían
hecho defectuosa, los había heredado, ellos también
eran gordos, probaba todo lo que me prometiera que bajaría
de peso, desde no comer a comer alimentos sin sabor o alimentos
dietéticos con 0 grasas, edulcorantes en exceso, llegué
a realizar extraños rituales como tomar en las mañanas
aguas con granitos de arroz o jugo de toronja caliente, sufrí
estreñimiento, a veces se sorprendían por las ojeras
oscuras alrededor de mis ojos, llegué al grado de desear
una enfermedad que me impidiera comer aunque esto pusiera en peligro
mi vida.
Todos los lunes juraba empezar la dieta, hacer ejercicio, así
que comía lo menos posible, me mataba los primeros días
haciendo ejercicio y a la mitad de la semana tiraba todo por la
borda y arremetía contra el refrigerador comiendo muy de
prisa, escondiéndome para que nadie me viera y desarrollando
un fuerte sentimiento de culpa, pero me consolaba la certeza que
el siguiente lunes si podría.
Después de probar todo, dietas, ejercicios, mandas, saunas,
pastillas, purgas, homeopatía, acupuntura, finalmente,
obligada por mi familia, acudí a un psicólogo, no
me entusiasmaba mucho la idea, sin embargo estaba tan desesperada
que si me hubieran dicho que me tomara un vaso de agua de cabeza
lo hubiera hecho.
El psicólogo me recomendó salir, ampliar mi círculo
de amistades, no fue fácil pero lo intenté y lo
logré y me di cuenta de que los que me amaban lo hacían
independientemente si tenía kilos encima o no, que yo valía
por ser quien era y no por pesar cierta cantidad de kilos, aún
cuando voy a una fiesta creo que me toca el plato que menos tiene,
sin embargo analizo mi pensamiento y me doy cuenta de que todos
los platos son iguales, que soy yo, es mi obsesión y que
solo yo puedo liberarme de ella, quiero ser feliz, quiero ser
libre de la obsesión por comer, de vomitar cuando me siento
culpable, y estoy en el camino correcto, si me respeto, si me
comprendo, si se decir no a los alimentos que me despiertan la
compulsión, seguiré avanzando por este difícil
camino de la recuperación.
A continuación se te presentan los siguientes recuadros
para expresar las causas, factores de riesgo y signos que se presentan
en el caso.