Conclusión

   
Los trastornos primarios del sueño son alteraciones que no tienen su origen en los efectos fisiológicos directos de sustancia, de una enfermedad médica o mental, que provocan deterioro en las actividades sociales y laborales de la persona que lo padece, además provocan un desequilibrio físico y emocional, que le impide un desempeño apropiado en las áreas de oportunidad del individuo.

Sus causas entre muchos factores pueden deberse a estrés psicológico, social o médico, perturbaciones ambientales, adquisición de hábitos negativos, por antecedentes familiares o por alguna psicopatología general como depresión o ansiedad que no reúnen los criterios diagnósticos de un trastorno específico.

Las evaluaciones para determinar el tipo de trastorno que se padece incluye entrevistas, exámenes médicos, diarios o cuestionarios del dormir, relato de familiares y/o compañeros de cuarto, así como un registro detallado del tiempo que tarda una persona para quedarse dormida y su actitud y conducta al dormir. Todo esto con la finalidad de poder brindar un tratamiento adecuado a su padecimiento, ya sea farmacológico, médico o terapéutico.

Las necesidades de sueño varían de unas personas a otras y también en las distintas etapas de la vida; la cantidad de horas de sueño tiende a disminuir según avanza la edad; lo habitual en los adultos es un ciclo de ocho horas de sueño por 16 horas de vigilia, mientras que en personas jóvenes es frecuente un mayor número de horas al dormir. Por lo que es importante mantener hábitos de sueño apropiados, una dieta balanceada y ejercicio de manera regular acorde a la edad para prevenir la presencia de algún trastorno del sueño, así mismo es importante no preocuparse en exceso por no poder dormir y evitar el consumo excesivo de alcohol, café, té o bebidas excitantes, ya que esto puede empeorar el problema.