Respecto a la primera,
hoy es indudable que la disponibilidad de sustancias y conductas
con poder adictivo es enorme. Además, las sustancias se
han miniaturizado, en el sentido comercial y físico, consiguiéndose
con ello una posibilidad de transporte de las mismas fácil
y casi ilimitado en cantidad (Westermeyer, 1998). Por ejemplo
no es lo mismo el número de dosis para el consumo que se
obtiene de una tonelada de hoja de coca que de una tonelada de
cocaína. La segunda permite multiplicar el número
de dosis para el consumo por varias cifras respecto a la primera.
La pérdida del sentido simbólico de muchas sustancias
ha facilitado un incremento de las adicciones. En muchas culturas
la sustancia o la conducta tenía un valor simbólico
o ritual, y como tal valor estaba sometida a las normas y al control
social. Sin ese control social, en muchos casos precisamente para
evitar excesos, el exceso ritual pasa a convertirse en un exceso
frecuente. Esto lleva a que una parte de los individuos de ese
sistema social tenga problemas con esa sustancia. Y, finalmente,
los cambios sociales, económicos, tecnológicos y
de todo tipo que se viven en los últimos 50 años,
han facilitado el cambio de un tipo de hombre a otro, en el más
amplio sentido. Desaparece la ruralización y se incrementa
la urbanización, se cambia el modo de producción,
de intercambio de bienes, el modelo económico, produciendo
falta de referentes en muchos individuos, etc. En otros casos,
ante la disponibilidad de dinero que permite adquirir bienes,
algunos optarán por la adquisición de aquellos más
inmediatos que producen ese placer inmediato. Y, en este placer
inmediato, están la mayoría de las adicciones.
El mayor problema que tienen las adicciones no son habitualmente
los efectos que producen a corto plazo. El problema está en
los efectos que produce a medio y a largo plazo. Así, muchos
fumadores de cigarrillos morirán años después
de fumar ininterrumpidamente de cáncer de pulmón
o de enfermedades cardiovasculares, muchos bebedores excesivos
de alcohol o alcohólicos morirán de enfermedades
hepáticas o de accidentes; muchas personas dependientes
de la heroína o de la cocaína morirán de
enfermedades causadas por ellas, como ha ocurrido y está ocurriendo
con el sida, la hepatitis, infecciones, etc., aparte de los problemas
sociales que causan en forma de robo, extorsión, problemas
legales, familiares, etc. Lo mismo podemos decir de las otras
adicciones, donde en muchos casos la ruina económica es
un paso previo al resto de los problemas legales, familiares,
físicos, etc.