Los trastornos de la alimentación
son una situación muy difícil de tratar y los pacientes
consumen una enorme cantidad de recursos y de esfuerzos en el área
de la salud mental. Algunos de los factores de riesgo que se han
relacionado con el desarrollo de los trastornos de la alimentación
son: ser joven, ser mujer y estar a dieta. Los trastornos de alimentación
han existido siempre y hay descripciones de ellos en muchos relatos
de la historia. Hace ya más de 20 años, se describieron
ciertas conductas como síndrome ó enfermedad, por
las consecuencias dolorosas y destructivas que tienen, tanto para
quienes la sufren como para sus familias. Los hijos de madres con
trastornos de alimentación tienen más riesgo de sufrir
diferentes trastornos durante el desarrollo, pero existe poca investigación
sobre la niñez media, momento en que tienden a emerger los
trastornos de los hábitos de alimentación. (Stein,
2006)
Los trastornos de alimentación están aumentando en
los últimos años de una manera alarmante, especialmente
entre las jóvenes con edad comprendida entre 15 y 24 años.
Estar delgada (o), se ha convertido en el ideal de belleza, los
medios de comunicación han influido sobremanera para que
la aspiración suprema de los jóvenes sea intentar
ser como los personajes de moda de la televisión, es lo que
ellos anhelan para sentirse atractivo o atractiva.
La preocupación por el aspecto físico puede llegar
a convertirse en una obsesión, una manía que gobierna
la vida personal y social: ejercicio, dietas, masajes, cremas para
adelgazar, consultas a especialistas, purgas, en fin, estos trastornos
se dan más en las mujeres ya que éstas aprenden desde
niñas que para alcanzar el éxito deben ser guapas,
atractivas, femeninas, y en esto basan su autoestima; otros atributos
como inteligencia, habilidades y carisma, pasan a segundo plano.