Dentro de este enfoque se puede identificar
tres formas básicas de investigación: investigación-acción,
investigación colaborativa e investigación participativa.
Estas metodologías articulan la práctica y la teoría.
Todas ellas contrastan con el método científico ortodoxo,
tanto a nivel conceptual como metodológico. Sin embargo,
cada una plantea premisas diferentes y enfatiza aspectos distintos
de los procesos de investigación participativa (Buendía
et al, 1998).
Esta forma de hacer investigación tiene como constante ayudar
a los participantes a utilizar la investigación como herramienta
para desarrollar pensamientos, conductas críticas y comprender
su entorno. También se tiene interés en ofrecer una
experiencia de aprendizaje colaborativa entre las organizaciones
o grupos, y/o propiciar la integración de participantes.
Algunas de sus aplicaciones más conocidas se refieren al
diseño, desarrollo y evaluación de programas de formación,
basados en la investigación y al desarrollo profesional en
centros (Buendía et al, 1998).
Los elementos claves que unen estas tres formas de investigación
se pueden sintetizar en los siguientes postulados:
Se fundamentan en la ciencia de la acción, cuyo objetivo
es identificar las teorías que utilizan los actores para
guiar su conducta, y en términos amplios predecir sus consecuencias.
Las teorías de la acción pueden ser: a) teorías
adoptadas de las que los individuos se declaran seguidores y b)
teorías en uso que se pueden inferir desde la acción,
estas teorías pueden hacerse explícitas a través
de la reflexión sobre la acción.
Se enfatiza la comprobación sistemática de la
teoría en contextos de vivencia-acción.
La construcción de la realidad comienza a manifestarse
a través de la acción reflexiva de las personas y
las comunidades.
Se remarca la importancia del conocimiento experiencial, que
a su vez se genera a través de la participación de
otros.
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