Investigación-Acción
   

     

La investigación-acción es una forma de estudiar, de explorar, una situación social, con la finalidad de mejorarla, en la que se implican como “indagadores” los implicados en la realidad investigada. Se centra en la resolución de problemas, resolviéndose a nivel metodológico con los pasos habituales de la investigación clásica. Se trata de una perspectiva amplia, un compromiso para problematizar las prácticas sociales, en base a un interés transformación individual y social (McTaggart, 1994, referenciado por Buendía et al, 1998).

La investigación –acción une la teoría y la práctica, el conocimiento y la acción, se proyecta en tres dimensiones: personal, profesional y política. Se reconoce el potencial generados de conocimientos científicos de los prácticos y se conectan comunidades investigadoras y los prácticos. Según Elliot (1993) la investigación-acción interpreta lo que ocurre desde el punto de vista de quienes actúan e interactúan en la situación problema, por ejemplo, profesores y alumnos, profesores y director.

El proceso de investigación – acción constituye un proceso continuo, una espiral, donde se van dando los momentos de problematización, diagnóstico, diseño de una propuesta de cambio, aplicación de la propuesta y evaluación, para luego reiniciar un nuevo circuito partiendo de una nueva problematización.

Las características de la investigación-acción

La investigación-acción se plantea para cambiar y mejorar las prácticas existentes, bien sean educativas, sociales y/o personales.

La investigación-acción se desarrolla de forma participativa, es decir, en grupos que plantea la mejora de sus prácticas sociales o vivencias.

Metodológicamente se desarrolla siguiendo un proceso en espiral que incluye cuatro fases: Planificación, Acción. Observación y Reflexión.

La investigación-acción se convierte en un proceso sistemático de aprendizaje ya que implica que las personas realicen análisis críticos de las situaciones (clases, centros o sistemas) en las que están inmersos, induce a que las personas teoricen acerca de sus prácticas y exige que las acciones y teorías sean cometidas a prueba (Buendía et al, 1998).

 
   
 
   
   
 

   Investigación Colaborativa
   

     

La investigación colaborativa puede ser definida como la construcción de una red multisectorial que une a investigadores, diseñadores de programas y miembros de la comunidad y grupo de estudio, con el objetivo explícito de utilizar la investigación como una herramienta para resolver conjuntamente problemas y promover cambios sociales. Su propósito es dar respuesta a necesidades organizativas y/o comunitarias formuladas por aquéllos que están más afectados por el problema y su solución (Álvarez y García, 1996).

Este tipo de investigación es una forma particular de generación de conocimiento, en la que se observan los siguientes aspectos: a) se destaca la importancia del tipo de clima social que construyen los integrantes del grupo de trabajo, que les permita avanzar en la consecución de los objetivos establecidos; b) la exigencia de una metodología rigurosa para enfrentarse a la construcción de conocimiento; y, c) la forma o el estilo de construir, asumir y aplicar el conocimiento (Cano, 1996).

Los objetivos de la investigación colaborativa que se deben asegurar en el proceso metodológico son: 1) que exista un seguimiento, tanto en comprensión como en participación, de los implicados en todas las fases del proceso de investigación; 2) aumentar el potencial de aplicación de la investigación; y 3) la utilización de sus resultados en beneficio de la población objeto/sujeto del estudio (Álvarez y García, 1996; Buendía et al, 1998).

La colaboración influye y determina el clima de participación de los miembros del grupo, en cuanto a la toma de decisiones, selección de áreas de estudio y propuestas de análisis; en la metodología utilizada, la capacidad para trabajar en equipo es un aspecto medular; en todo el proceso de trabajo tiene lugar la interacción entre los participantes así como su coincidencia en el ámbito de investigación. La investigación colaborativa favorece el desarrollo del docente en su ámbito profesional, incorporando los parámetros de exigencia que demanda el conocimiento y consolidación de la enseñanza (Cano, 1996).

Los participantes en una red de investigación colaborativa pueden ser miembros de una amplia variedad de organizaciones, comunidades o grupos; no obstante, la red debe incluir representación de al menos una organización de la comunidad que no está usualmente implicada en la investigación y de una organización o unidad en la que la investigación sea una de sus principales actividades (Álvarez y García, 1996).